Tutor de residentes
La figura del tutor es el eje sobre el que recae la responsabilidad del plan individual de formación de cada especialista, y de su dedicación depende en gran parte el grado de satisfacción del residente (MIR).
En la práctica parece que hay una discordancia entre la responsabilidad y el grado de exigencia que, tal como ha evolucionado el sistema MIR, se ha ido confiriendo a los tutores, y la posibilidad real de que el tutor pueda desarrollar todas las funciones que se le atribuyen ya que requieren, por un parte, una preparación suficiente para poderlas desarrollar, y por otro lado, mucho tiempo y dedicación. Por regla general el tutor sigue siendo un especialista con un nivel de conocimientos satisfactorio, responsable en su trabajo, y poco conflictivo, que trata de ejercer su labor de modo voluntarioso. Sin embargo actualmente se trata de crear un perfil profesional y humano del tutor MIR, al tiempo que se debate la necesidad de un proceso de acreditación del mismo.
La figura del tutor sigue sin tener un lugar claro dentro del organigrama asistencial y con frecuencia surgen conflictos por la diferente forma de entender su labor dentro de las Unidades Asistenciales.
Es necesaria, por un lado, una definición del perfil del tutor, y por otro, la aceptación de sus funciones por parte de los miembros de las Unidades Asistenciales que por otra parte deberían participar en el proceso de selección del tutor.
Cada una de las Unidades debería hacer un análisis de las necesidades asistenciales y lograr un equilibrio entre la demanda asistencial y su capacidad docente.Esto disminuiría el conflicto y favorecería la labor del tutor en la coordinación de las actividades asistenciales y docentes de los especialistas en formación.
La lectura de los borradores del proyecto de troncalidad generados a nivel ministerial por grupos de expertos de extracción y competencia académica desconocidas permite comprobar que no se definen bien ni el perfil del tutor ni la necesidad de formarlo específicamente para su nueva labor, lo que unido a la ausencia de mecanismos de reconocimiento o retribución por su trabajo, plantea serias dudas que habría que despejar a corto-medio plazo si no se quiere que los programas de posgrado basados en competencias queden en «agua de borrajas» 1).