lobotomia

La lobotomía es la destrucción total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro sin ablación, en cuyo caso hablaríamos de lobectomía.

Las primeras tentativas de esta práctica en seres humanos ocurrieron a partir de 1935, cuando el neurólogo Egas Moniz se unió con el cirujano Almeida Lima en la Universidad de Lisboa para realizar una serie de leucotomías prefrontales, un procedimiento que separaba la conexión entre la corteza prefrontal y el resto del cerebro.

Este procedimiento se refiere comúnmente a toda clase de cirugías en los lóbulos frontales del cerebro; sin embargo, debe llamarse propiamente lobotomía a la destrucción de las vías nerviosas sin extirpación y lobectomía cuando sí haya extirpación.

Moniz y Lima afirmaron tener buenos resultados, especialmente en el tratamiento de la depresión, aunque cerca del 6% de los pacientes no sobrevivieron a la operación y con frecuencia se registraban cambios adversos en la personalidad y en el funcionamiento social de los individuos.

A pesar de los riesgos el procedimiento se tomó con cierto entusiasmo, especialmente en los Estados Unidos, como tratamiento para las condiciones mentales previamente incurables. Moniz recibió un Premio Nobel en 1949. Sin embargo, toda su fundamentación se había basado en un único caso clínico ni siquiera humano, como afirma John P. J. Pinel:

Aunque parezca increíble, el programa de psicocirugía de Moniz se basaba en una única observación en un único chimpancé en una única situación…

Peor aún, las evaluaciones de las primeras lobotomías tras los informes de Moniz las hicieron los mismos médicos que realizaban las operaciones, lo cual fue un método muy poco objetivo que dio como resultado una evaluación demasiado positiva y optimista.

Los criterios iniciales para el tratamiento eran estrictos, solo algunas condiciones de “autotortura” fueron propuestas para el tratamiento; la ansiedad crónica severa, la depresión con el riesgo de suicidio y el desorden obsesivo-compulsivo fueron los síntomas principales tratados. La leucotomía original era una operación cruda y la práctica pronto fue desarrollada en un procedimiento más exacto, más preciso donde “solamente” se produjeron en el cerebro lesiones “muy pequeñas”.

En 1928 el Dr. John Fulton hizo una lobotomía en dos chimpancés. No sobrevivieron a la intervención.

El procedimiento fue popularizado en los Estados Unidos por Walter Freeman, quien ni siquiera era cirujano y que también inventó “el procedimiento de la lobotomía del “picahielo”: Freeman utilizó literalmente un picahielo y un mazo de caucho en vez del procedimiento quirúrgico estándar. En un acto espantoso, Freeman martilleaba el picahielo en el cráneo apenas sobre el conducto lacrimal y lo movía hasta cortar las conexiones entre el lóbulo frontal y el resto del cerebro.

Entre 1936 y la década de 1950, realizó lobotomías a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Tal era la dedicación de Freeman que comenzó a viajar alrededor de la nación en su propia furgoneta personal, que él llamó su “lobotomobile”, demostrando el procedimiento en muchos centros médicos e incluso realizando lobotomías en cuartos de hotel. La tarea de Freeman condujo a popularizar la lobotomía como curación general para todas las enfermedades psicológicas conocidas.

En última instancia entre 45 000 y 50 000 pacientes fueron lobotomizados, con poco o sin cualquier estudio de seguimiento para considerar si el tratamiento era eficaz. Las lobotomías como forma de tratar la enfermedad mental eran una barbarie, que solo pudo ser frenada con el desarrollo de antipsicóticos y hoy en día se practican procedimientos lesivos de núcleos cerebrales localizados mediante técnicas menos invasivas.

La era de la lobotomía ahora se observa generalmente como episodio bárbaro en la historia psiquiátrica.

La última lobotomía legal se practicó en 1967.

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