La convulsión es, un síntoma transitorio caracterizado por actividad neuronal en el cerebro que conlleva a hallazgos físicos peculiares como la contracción y distensión repetida y temblorosa de uno o varios músculos de forma brusca y generalmente violenta, así como de alteraciones del estado mental del sujeto y trastornos psíquicos tales como déjà vu o jamais vu.
Aproximadamente el 4% de la población tendrá una convulsión no provocada antes de la edad de los 80 años y entre 30 y 40% de ellos —o de acuerdo con un estudio, un 50% de los pacientes—tendrá un segundo episodio convulsivo.
El tratamiento efectivo puede reducir a la mitad el riesgo de aparición de una segunda convulsión.
Los pacientes con epilepsia tienen un riesgo de muerte dos o tres veces mayor que el esperado en una población de similares características pero sin epilepsia.
Las convulsiones se asocian a varios trastornos y enfermedades neurológicas, entre los que el más habitual y conocido es la epilepsia. Sin embargo, una excesiva asociación entre convulsiones y epilepsia puede haber llevado a que un 30% de los diagnosticados como epilépticos y medicados por ello no sean sino padecedores de un ataque concreto debido a la ansiedad.
Las convulsiones se dividen en tónicas,y las tónico-clónicas.
La convulsión también puede ser focal o generalizada.
La aparición de una convulsión puede estar relacionada con un evento temporal, tal como exposición a ciertos medicamentos como o algunos otros fármacos psicoactivos o drogas como la cocaína, anfetaminas, o al contrario, la abstinencia del hábito de consumir drogas, licor o fármacos, tales como barbitúricos y benzodiazepinas, una fiebre alta en niños o niveles anormales de sodio o glucosa en la sangre.
En otros casos, una lesión al cerebro, por ejemplo, un accidente cerebrovascular o un traumatismo craneoencefálico, provoca la excitación anormal de las neuronas cerebrales.
ver convulsión posttraumática.
En algunas personas, pueden haber factores hereditarios que afectan de tal manera a las neuronas del cerebro que conlleva a que se presente una disposición a las convulsiones. En estos casos, las convulsiones suceden espontáneamente, sin una causa inmediata y se repiten con el tiempo. En otros casos pueden haber deformidades o malformaciones del desarrollo cerebral durante la embriogénesis.
Las convulsiones pueden ser idiopáticas, es decir, son convulsiones generalmente crónicas que ocurren sin una causa identificable, en personas con o sin antecedentes familiares de epilepsia o convulsiones.
Otras causas frecuentes de convulsiones o crisis epilépticas abarcan:
Tumores cerebrales y otras lesiones estructurales del cerebro, como el aumento de la presión intracerebral.
Enfermedades que causan deterioro del cerebro.
Demencia, como la enfermedad de Alzheimer.
Insuficiencia hepática o renal.
Infecciones (absceso cerebral, meningitis, encefalitis, neurosífilis o SIDA, entre otros).
La fenilcetonuria (FCU) puede causar convulsiones en los bebés.
Las convulsiones son manifestaciones súbitas de las descargas eléctricas sincrónicas de un grupo de neuronas de la corteza cerebral o bien de la corteza en general. Una convulsión suele ser el resultado de un desbalance repentino entre las fuerzas excitatorias e inhibitorias de la red de neuronas de la corteza a favor neto de la excitación cortical sin inhibición sincronizada del potencial excitatorio. Las convulsiones pueden provocar manifestaciones motoras, somatosensitivas, autónomas y psíquicas.
véase: Convulsiones focales