La mejor [[evaluación]] de una GPC será, en última instancia, comprobar que su [[utilización]] produce los efectos deseados, es decir, una evaluación de su [[efectividad]]. Para esto tendríamos que elegir unos [[indicador]]es adecuados en relación con los resultados que queremos optimizar (menos [[infeccion]]es, menos [[mortalidad]], etc.). Pero previamente a esto debemos decidir si una GPC es adecuada para utilizarla en nuestro medio de trabajo, y para esto se debe evaluar su [[calidad formal]]. Para evaluar la calidad de las GPC se han utilizado muchos instrumentos. El de mayor trascendencia surgió del IOM en 1992 ((M.J. Field, K.N. Lohr. Guidelines for clinical practice. Development to use. National Academy Press, (1992),)).